top of page

Querida yo, no sé qué habrás hecho de mi, bueno de ti, de nosotras. Soy consciente de que con 17 años no podré saberlo, pero quisiera saber si te dio por casarte. O si conseguiste aclarar tus ideas y estudiar aquello que te abría puertas y te iba a hacer feliz. Me gustaría saber si sigues moviendo el pie de esa forma tan impertinente, poniendo nervioso a todo el mundo. O si sigues soñando con viajar, no, espero que no sean solo sueños. Espero que hayas viajado, que te hayas cansado de viajar. No. Eso no es posible. Espero que te hayas perdido, entre la muchedumbre. Que la única manera que tengas de salir sea dirigirles la palabra, que hayas conocido personas que nunca hubieras imaginado.

Sé que casi siempre te he intentado retener en las batallas que emprendiste, sin importar lo que dijeran quienes pensaban que nos íbamos a estrellar. He sido yo, en muchas ocasiones, quien no ha confiado en ti. Por eso te pido perdón.

Espero, deseo, que nuestro dedo meñique del pie sea inmune por tantas y tantas y tantas piedras con las que te hayas tropezado por el camino. Espero que te hayas caído, mil veces, y te hayas levantado una más, que somos piedras que se pulen a golpes.

Espero que no hayas perdido la costumbre de conservar a quienes merecen tú tiempo. Y diferenciarlos de quienes te debes alejar, que por mucho que te pese, por ellos eres quien eres. No dejes que me aleje de las manos dispuestas a cogerme cuando me quedo colgando al borde del precipicio. Que te hayas dado cuenta de que la vida, si no es compartida, no es vida.

Espero que te hayas equivocado, que alguna vez te hayas tragado el orgullo. Por favor, dime que me has arrancado de la boca algún “lo siento”, aun que sea con sacacorchos. Que te perdonen, que hayas aprendido la lección.

Espero que te hayas ganado a pulso lo que te hace feliz. Que nos llamen  locos. Que hayas encontrado lo que te quita el sueño.

Espero que cuando llores, tu mundo se vuelque, y aprendas a vivir boca abajo. Que te hayan cerrado las puertas, que encuentres la forma de abrir las ventanas.

Que aunque te rompan el corazón en trozos tan pequeños que parezcan polvo, te agaches y los vuelvas a encajar.

Ahora sí, se me acaba la hoja y todavía no he podido darte las gracias por ser quien eres. Por no abandonarme y ser honesta contigo misma.

bottom of page