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Querido Abril... Hace 10 días que te recibí con los brazos abiertos. Y quien sabe si será la emoción que trae la primavera siempre consigo; o si tal vez es el hecho de que queda un mes menos para el verano; a lo mejor sea tu nombre, ABRIL, que cada vez que lo pronuncio me parece más hermoso. Pero se me pone la piel de gallina de saber que ya te tengo aquí.

 

No se que me vas a traer este año, tal vez rosas, o libros de poesía. Poemas de estos que llaman modernos, que aveces no tienen rima, pero sueña melodía al leerlos.

 

No quiero adelantos, me gustan las sorpresas. SORPRENDEME. Tal vez vayas a ser tú quien me lo traiga, ya sabes, a él. Quien me haga sentir todas esas cosas sin nombre de las que habla Nicolas Sparks en sus libros, a las que canta "Maldita Nerea" con voz inocente. A lo mejor decides que debo esperar, que aún no estoy lista, y si es así, te prometo que no me enfadaré, no haré ninguna pataleta, no tampoco te odiaré por ello.

A parte te pediré viajes, quiero viajar, conocer. Me gusta ver cosas nuevas, aprender de ellas, y crecer por ellas. Se suele decir que el mundo es demasiado grande como para permanecer en el mismo lugar. Tráeme nuevas mentes, haz que me pierda entre la muchedumbre, y que alguien me tienda la mano. Éstos son lo que merecen la pena. Gente loca, grande, sin ellos no se puede vivir. Vale, no es que no se pueda vivir, el caso es que sin ellos no se siente. No al menos en mi caso, que para arrancarme de mi zona de confort hacen falta todos los elefante que se balanceaban sobre la tela de la araña. 

Y por ello te pido emoción. Haz que me emocione, haz que llore, que grite, que la risa me haga dar golpes en la mesa con mi mano hasta que esté roja y palpite.

 

Por favor, solo pido que me dejes constancia de que vivo.

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